Dirigida por Marta Lallana, en su primer largometraje en solitario, rodada en 16mm, orgánico y sensible; y un blanco y negro crudo y poético, que nos remite a lo clásico, a un tiempo pausado, detenido, entre lo real y lo mitológico; que use un formato 4:3 ayuda a conformar espacios y personas...
