FICHA TÉCNICA
País: Reino Unido
Dirección: Georgia Oakley
Guión: Georgia Oakley
Fotografía: Victor Seguin
Reparto: Rosy McEwen, Kerrie Hayes, Lydia Page, Lucy Halliday, Stacy Abalogun, Deka Walmsley, Gavin Kitchen, Farrah Cave, Amy Booth-Steel, Lainey Shaw, Aoife Kennan, Scott Turnbull
Género: Drama
Año: 2022
Duración: 97′
SINOPSIS
En 1988, una profesora homosexual se ve enfrentada a un grave problema cuando una nueva estudiante amenaza con revelar su secreto.
TRAILER
NUESTRA OPINIÓN
«- Not everything is political.
– Of course, it is!»
Nueva película ambientada en el contexto de las consecuencias sociales e individuales de la política, anclada en valores victorianos, de Margaret Thatcher en los años ochenta. Ya lo hizo de manera tangencial, aunque evidente, Sam Mendes en ‘Empire of Light’ (2022), sobre la creciente violencia, homofobia y xenofobia en una zona costera de Inglaterra; y ahora, de una manera más directa, lo hace Georgia Oakley. En su ópera prima, la escritora y directora, aborda el rechazo de la homofobia, por vía de la cancelación y la autocensura, mediante la aprobación de la llamada «Sección 28», que prohibía a las autoridades locales británicas la promoción intencionada de la homosexualidad o promocionar la enseñanza de la aceptabilidad de la homosexualidad como una supuesta relación familiar.
Un drama social, con una pátina de serie televisiva, pero que a nivel visual tiene una gran fuerza y emotividad. Jean (Rosy McEwen) se nos presenta en una magnífica introducción inicial, partida, en sombras, oculta en su propia casa. En un melancólico tono azulado (de la tristeza interior) con tonos melocotón, la observamos mientras se tiñe el pelo, a oscuras, de espaldas, siempre reflejada o incompleta. Mirándose en un espejo de dos puertas del baño, primero solo la mitad del rostro, la otra parte en negro, para finalmente conformarse en un rostro completo, pero roto. El reflejo de una persona, que es una sombra en su propio mundo, tratando de encajar, viviendo a escondidas, sin molestar, con miedo, pasando de puntillas por una vida que debería ser plena y abierta, y es dividida y fragmentada.
Se mueve entre espacios estancos, su vida doméstica, su vida en la escuela como profesoras de educación física y su vida en bares y fiestas con su grupo de amigas lesbianas y su novia. Una segmentación que le permite tener una cierta sensación de seguridad, de pertenencia, de plenitud. La directora, a través de pequeños movimientos de cámara, encuadres y ángulos, retrata un personaje que no encaja con sus compañeros del claustro de profesores, y que sin embargo sí logra conectar con sus alumnas y con su sobrino pequeño. Un personaje que pasa desapercibido, introspectivo, manteniendo su mundo personal y el profesional y familiar, totalmente separados, una burbuja de cristal con apariencia de vida completa y satisfactoria.
Sin embargo, a su alrededor comienza a surgir una creciente amenaza de su status quo. De forma elegante y sutil, a través de pequeños mensajes y elementos accesorios, la directora, construye una creciente opresión en Jean: noticias en la radio, carteles en las paredes, pintadas en los baños, comentarios de profesores y de la familia,… Una creciente amenaza (como ese gato blanco acechando a los peces rojos en la pecera de su casa) que se va implantando poco a poco, a través de miradas y comentarios, que se hacen cada vez más evidentes, y que la aísla (de manera expresiva mediante un travelling desde un plano general de grupo a un primerísimo primer plano de ella), dejándola excluida, sola y oprimida. Una situación que estalla, con la llegada de Lois (Lucy Halliday), una nueva alumna con la que empatiza, haciendo saltar por los aires su mundo de apariencia y de aceptación.
Los personajes secundarios hacen su trabajo con profesionalidad, pero es evidente que es el trabajo gestual y de emociones de Rosy McEwen, en una serie de primerísimos planos de gran intensidad dramática, el que sostiene la película.
El uso de algunas metáforas es más que evidente, como el sueño onírico en el que ella actúa como árbitro permitiendo que Louise se enfrente al resto de los chicos y chicas del colegio; o la expresión de libertad expresada en los caballos en el campo. Sin embargo, la película está plagada de detalles audiovisuales destacables. La magnífica cinematografía de Victor Seguin (que ya colaboró en ‘Gagarin’ y en ‘À plein temps’) mediante el uso de una paleta de colores (azules, rojos y verdes; o el blanco, como ausencia de color) y el juego de luces y sombras, que de manera muy natural y expresiva, ayuda a transitar por las etapas emocionales de su protagonista. El uso expresivo del sonido, que en su momento de mayor desequilibrio e inestabilidad, se vuelven amortiguado, después chirriante a través de una cinta magnética (de relajación) que comienza a engancharse y corromperse, y finalmente ensordecedor al añadirse el sonido despertador y la alarma del colegio. O el sonido del tono de llamada sin contestar, y que llena su rutina diaria. Su vida ya no le pertenece. Un contexto de inmersión temporal, construido también a través de la banda sonora, desde la clasicista y emocional partitura de Chris Roe, a la más festiva y nostálgica música queer de los ochenta.
El uso de la circularidad, de momentos repetidos, para expresar el viaje interior que define la evolución del personaje. De la sombra, frente a la luz de la familia de su hermana, al sol brillante que inunda su rostro; de esconderse en el vehículo, a cerrar la puerta con energía, dejando atrás su antiguo yo. Un viaje del individualismo a uno de pertenencia, de colectividad comprometida. Una evolución interior, un particular viaje de maduración individual, y a la vez una expresión de lucha conjunta y social; contra los miedos y la opresión, por uno mismo y por los demás, buscando salir del círculo de tiza blanca en mitad de la cancha, en el que quieren situarte («Whatever you do in your own home is your business«). Sobre la auto aceptación y la necesidad de referentes y normalización social.
Una «ópera prima» valiente y necesaria, que, comparando con la situación actual, nos hace ser conscientes de que todavía hay mucho por hacer. Quizá una sesión doble con la estupenda ‘Victim’ (1961), de Basil Dearden, donde el chantaje se cierne sobre aquellos homosexuales británicos, en una sociedad donde ser homosexual es un crimen castigado con la cárcel. Quizá sean necesarios más actos de protesta cinematográfica.
«I am a lesbian.»
MÁS INFORMACIÓN
Web oficial: –
IMDb: http://www.imdb.com/title/tt8649344/
FilmAffinity: http://www.filmaffinity.com/es/film185176.html