El film vuelve su mirada al microcosmos de una prisión real para hablar de las estructuras sociales y políticas, sobre el ejercicio del poder, de su país en una magnífica metáfora de realismo mágico. Un juego de espejos, de vasos comunicantes que se nutren unos de otros: la realidad nutre la ficción carcelaria y está a su vez la mitológica. Diversos planos de narrativa, y de tono, que con una base documental trasciende a la ficción y los sueños...