FICHA TÉCNICA

País: España
Dirección: Laura Ferrés
Guión: Laura Ferrés, Carlos Vermut, Ulises Porra
Fotografía: Agnès Piqué Corbera
Reparto: María Luengo, Rosario Ortega, Saraida Llamas, Claudia Fimia, Mila Collado, Dolores Martínez
Género: Drama
Año: 2023
Duración: 94′

SINOPSIS

En un pueblo del sur, Antonia, una madre adolescente, desaparece en medio de la noche. Cincuenta años más tarde y muchos kilómetros al norte, Carmen, una directora de casting algo introvertida, debe encontrar personas que cuenten sus recuerdos tras cambiar de ciudad. Durante su búsqueda, Carmen conoce a Antonia, una mujer impulsiva que invade su soledad. ¿Quién dijo que el tiempo cura todas las heridas?

TRAILER

NUESTRA OPINIÓN

«Yo creo que me dan más miedo las personas que los fantasmas.»

El cine español de los últimos años está dando muestras de una enorme capacidad de contar historias de maneras muy diversas, ancladas en lo local, en lo propio (incluso autobiográficas), pero que por ello mismo logran alcanzar lo universal. Heredera, además de las más laureadas, de otra serie de películas como: ‘La plaga’ (Neus Ballús, 2013); ‘Sedimentos’ (Adrián Silvestre, 2021); ‘Destello bravío‘ (Ainhoa Rodríguez, 2021); ‘Espíritu sagrado‘ (Chema García Ibarra, 2021); ‘El agua’ (Elena López Riera, 2022); todas ellas combinan una iconografía local y rural, cañí, para construir relatos universales, que buscan en lo cotidiano, lo especial, lo fantástico.

Laura Ferrés, directora y guionista (en este caso con la ayuda de Ulises Porras y el cineasta Carlos Vermut), ya buscaba esa mirada entre realismo y ficción en su primer cortometraje ‘Los desheredados’ (2017), retrato de su padre reciclándose en conductor de limusina, ante el inminente cierre del negocio familiar de autobuses. Su ópera prima, menos documentalista, es difícil de catalogar, moviéndose libremente entre géneros y formatos. Parece huir del hiperrealismo social, sin renunciar a la vez a una crítica realista, acompañándola de una cierta ternura y tratamiento humorístico frío y cortante, que deriva en una cierta poética social. Una puesta en escena que se estructura en estudiadas composiciones, apoyadas en la arquitectura, en puertas y escaleras, marcos y ventanas, con una estética que transita de lo pictórico a lo fotográfico, a través de una narración compuesta de escenas aparentemente inconexas, y del uso de los modos del lenguaje, en el que actores naturales parecen declamar en una obra de teatro de Arniches.

Comienza como un cuento de cuna, una fábula, para pasar a una narración de ficción más convencional, con elementos de documental, por medio de una elipsis por corte de 50 años: de la huida en la noche oscura, al amanecer del encuentro. Una primera parte, ambientada en la Andalucía de principios del siglo XX, y que como las canciones que nutren la película, son reflejo de un tiempo pasado, narrado con estética pictórica, bodegones y ruralidad, de ropa tendida y religiosidad, de deseos prohibidos, entre el romanticismo de la escuela de Barbizon y el realismo de ‘Los Santos Inocentes’. En una segunda parte, se ambienta en el Prat de Llobregat, buscando un espacio de urbanismo costumbrista, de barrio.

Una película en la que la forma tiene mucho que decir: multi encuadres y multiescalas, el uso de sonidos limítrofes (el metro y el músico), de sonido diegético y extradiegético (las palmas y pitos en el karaoke del bar). Palabras y rostros, palabras que recalan y resuenan en los primeros planos del personaje o en el espacio vacío, buscando respuesta.

Un continuo juego de lugares y vacíos, plagada de momentos y frases extrañas, de ausencias, tanto de personas como de las palabras, que pierden su sentido («auténtico», «miseria honesta», «atea cristiana» o «cambio»). Espíritus, miembros fantasmas, doble exposición, el pasado y el presente se conjugan en un todo, donde el dolor de la pérdida existe y lo arrastramos por el tiempo y el espacio. Una película sobre la migración y sus consecuencias y duelos, en una mirada eminentemente femenina, poco glamurosa y olvidada («Imagino que cuando llegas a una nueva ciudad olvidas quién eres.«).

Y en ese juego de ausencias, encontramos los dos personajes principales, Antonia Ortega (Saraida Llamas), reactiva y extrovertida, que con 13 años abandonó a su hija en la noche, y a Carmen (María Luengo), una solitaria e introvertida cincuentona que trabaja para una agencia de publicidad que busca testimonios de gente que pueda compartir su experiencia como migrante a una nueva ciudad, y otras campañas. La colisión de dos formas de vida. Dos personajes que a través de diferentes momentos en la película se buscan sin saberlo, ocupando los mismos espacios, hasta finalmente encontrarse, fusionadas en el reflejo de un cristal (homenaje al famoso momento de la película ‘París, Texas’ de Wim Wender), y que la directora lleva un paso más, culminando la fusión visual, en un abrazo.

A través de la película la directora traza una línea de comunicación entre la palabra y la imagen, lo que se ve u oye y lo que se oculta. La palabra cantada (como forma de prevenir el verbo), la fotografía sin palabra y el cine sonoro, para finalmente derivar, de manera más o menos acertada en la publicidad y el marketing como medio de manipulación de la palabra y de la imagen, e incluso apunta el peligro de la inteligencia artificial con la capacidad de generar rostros inexistentes. Imágenes y sonidos, que funcionan como anclaje, como punto de conexión y referencia, que se repiten como ecos a lo largo de la película, y que ayudan a dotar de sentido, de revelar el fondo, que se oculta, más allá de lo caótico narrativo (los plátanos, el mar, …).

Haciendo visible lo que dice Antonia, «A veces buscamos algo que ya hemos encontrado. No hay cosas nuevas, todo ya ha pasado.«, así también la película destila composiciones e imágenes que conectan momentos y personas, espacio y tiempo. Una película de rostros y vivencias, de migraciones, de pérdidas y desaparecidos, pero también de encuentros y amores. De imágenes y sonidos que permanecen. Lee Carmen que el universo se expande y todos estamos separándonos desde el principio, pero quizá, en ocasiones, y lo que no dice es que, en ese proceso de expansión infinita a veces se produce el encuentro.

Por momentos, mitológica e histórica, social y humana, y otros surrealistas y absurdos (como el perro, que en lugar de una mano, como en las películas de Buñuel y Lynch, lleva en la boca una dentadura postiza), como la vida misma. Una película libre y original.

«Hay gente que sonríe por dentro»

MÁS INFORMACIÓN

Web oficial: https://www.fastenfilms.com/la-imatge-permanent/
IMDb: http://www.imdb.com/title/tt9141694/
FilmAffinity: http://www.filmaffinity.com/es/film559009.html