FICHA TÉCNICA

País: Reino Unido
Dirección: André Øvredal
Guión: Ian B. Goldberg, Richard Naing
Fotografía: Roman Osin
Reparto: Emile Hirsch, Brian Cox, Ophelia Lovibond, Michael McElhatton, Olwen Kelly, Jane Perry, Parker Sawyers
Género: Terror
Año: 2016
Duración: 99′

SINOPSIS

Cuenta cómo el dueño de una funeraria de una pequeña localidad recibe el cadáver de la víctima de un misterioso crimen, una bella joven que no tiene ninguna causa aparente de muerte.

TRAILER

NUESTRA OPINIÓN

«Well, for now, she’s a Jane Doe.»

No es la morgue un lugar extraño a las películas de terror y/o thriller, normalmente con vigilantes o médicos de hospitales. En este caso se trata de la sala de autopsias de una funeraria, que personalmente me da más «yuyu» que una casa abandonada. Una funeraria con tradición y solera regentada por un padre y un hijo, aprendiz del oficio, en un pequeño pueblo de Virginia.

Al descubrimiento de una masacre familiar en el interior de su propia casa, aparentemente cerrada, se añade el descubrimiento en el sótano del cadáver desnudo, semienterrado y aparentemente sin muestras de violencia, de una joven. Para averiguar qué ha pasado la llevan a la funeraria. El problema es que el cuerpo de la joven no presenta signos ni evidencias que expliquen su fallecimiento. Y hasta aquí puedo leer.

Con dos partes claramente diferenciadas. La primera se plantea a modo de thriller, tratando de encontrar la imperceptible causa de la muerte. Un conflicto entre la razón, la ciencia y unas evidencias que las desafían, que escapan a la lógica y se mueven en lo desconocido. Un episódico, al estilo CSI o Sherlock Holmes y su ayudante Watson, en busca del misterio de la muerte de la fémina. Durante el desarrollo de la autopsia, somos partícipes, con una posicionamiento de cámara oportuno, de algunos momentos «gore» mientras se abre camino, diseccionando entre la carne, vísceras y huesos en busca de la causa perdida. El espectador es partícipe de los descubrimientos y va sintiendo el mal rollo y escalofríos creciente, a medida que se producen.

La mayor parte de la película se apoya en la magnífica ambientación, los claustrofóbicos espacios, y la cámara de André Øvredal, que muestra y oculta, manteniendo un papel de observador y la fotografía fría, verde-azulada (excepto la blanquecina piel bajo el foco de la mesa de autopsia de la inmutable y enigmática Olwen Catherine Kelly y sus ojos grises) de Roman Osin, que la dota de una sensación vintage y atemporal.

A esa ambientación, que hace que corra un escalofrío por tu espalda, contribuye el uso de los diferentes sonidos incorporados a elementos cotidianos, y fundamentalmente la magnífica química de la pareja protagonista. En especial la notable presencia de Brian Cox, que dota de realismo y verdad las situaciones más extrañas.

Minimalismo y economía de medios narrativos, con una eficiente presentación de personajes y situaciones. Una película de tensión latente y creciente, más sugerente que evidente en su primera mitad, más psicológica, para posteriormente entrar en un terreno de lo mágico y espiritual. Y es en la segunda parte donde incorpora, al ligero gore de la autopsia, elementos de terror y algunos sustos sin prácticamente efectos visuales, jugando con sombras, sonidos y movimientos de cámara.

Una película entretenida, que se disfruta, y que sin embargo habría mejorado con otro final, más alejado de lo convencional y de las secuelas.

«To make sure he’s dead. There used to be a time it was hard to tell a comatose person from a dead one. So coroners tied bells to everybody in the morgue. So if they heard a ‘ting’ they knew somebody down there wasn’t quite ready to go.»

MÁS INFORMACIÓN

Web oficial: –
IMDb: http://www.imdb.com/title/tt3289956/
FilmAffinity: http://www.filmaffinity.com/es/film138981.html