FICHA TÉCNICA
País: Japón
Dirección: Naomi Kawase
Guión: Naomi Kawase (Novela: Durian Sukegawa)
Fotografía: Shigeki Akiyama
Reparto: Kirin Kiki, Miyoko Asada, Etsuko Ichihara, Miki Mizuno, Masatoshi Nagase, Kyara Uchida
Género: Drama
Año: 2015
Duración: 113′
SINOPSIS
Sentaro tiene una pequeña pastelería en Tokio en la que sirve dorayakis (pastelitos rellenos de salsa de frijoles rojos dulces llamada «an»). Cuando una simpática anciana, Tokue, se ofrece a ayudarle, él accede de mala gana, pero Tokue demostrará tener un don especial para hacer «an». Gracias a su receta secreta, el pequeño negocio comienza a prosperar. Con el paso del tiempo, Sentaro y Tokue abrirán sus corazones el uno al otro para revelar viejas heridas.
TRAILER
NUESTRA OPINIÓN
«Todo tiene una historia que contar»
La última película de Naomi Kawase es quizá la más accesible de las que ha hecho. Sin dejar de lado su marca personal, de un extremado lirismo, como vimos en ‘Still the Water‘, adapta por primera vez una novela, la de su amigo Durian Sukegawa que da título a la película, ‘An (Sweet Red Bean Paste)’.
Una historia sencilla, que trata de denunciar la discriminación de las personas afectadas de lepra en Japón, a través de los tiernos ojos de Tokue (Kirin Kiki), una mujer anciana que se ofrece a trabajar en una pequeña pastelería que gestiona el hosco Sentaro (Masatoshi Nagase), y donde se elaboran lo muy japoneses dorayakis, unas tortitas rellenas de una pasta de judías rojas dulces (An). A este dúo se une la presencia habitual de una joven estudiante Wakana (Kyara Uchida), diferentes generaciones con diferentes problemas que se encuentran y conectan, en una sencilla confitería.
Un argumento sencillo, y quizá previsible, pero que se acompaña de los elementos poéticos y de belleza tranquila que definen la cinematografía de la directora japonesa. Una película sobre las vidas de personas pequeñas, marginadas, que también tienen su historia que contar. Todos ellos esconden secretos y parecen vagar sin esperanza, sin sentido, de una manera monótona por la vida.
La comida y su preparación como elemento de unión, de encuentro, ha sido evidente en películas de lo más variadas desde ‘El Festín de Babette‘ hasta la cuasi-mágica ‘Como agua para chocolate‘. La comida como forma de traspasar las apariencias y llegar a lo esencial, como una forma de amor.
La película se apoya en las actuaciones de sus protagonistas, y especialmente en la emotiva y tierna actuación de Kirin Kiki. Su personaje logra transmitir a través de gestos y miradas, de movimientos sencillos y de palabras contenidas, el valor del tiempo y de la paciencia. Como si fuera una monja de clausura, ha aprendido que el tiempo pasa y que hay que disfrutar y entregarse con pasión, tratando de sacar lo máximo de aquello que la vida nos ofrece. Así, es capaz de pararse a observar las flores de los árboles, y a escuchar paciente el sonido del An cociendo, sin prisas, con mimo, a su debido tiempo.
Ello unido a una narración visual preciosista, largos planos, contrapicados que colocan a los personajes más cerca de la naturaleza, del cielo y de los cerezos en flor, la cámara que se mueve mecida por el viento, limpios amaneceres, que acentúan la belleza de la ciudad de Tokio.
Una parábola sobre el inexorable paso del tiempo, sobre la libertad, el perdón y el amor. La sublimación audiovisual de la frase, que el fotógrafo Cartier-Bresson, atribuye a Rodin: «las cosas hechas con tiempo, el tiempo las respeta«.
«Nunca es tarde para cumplir tus sueños»
MÁS INFORMACIÓN
Web oficial: –
IMDb: http://www.imdb.com/title/tt4298958/
FilmAffinity: http://www.filmaffinity.com/es/film865928.html