51 IFFR (2022): Crónica (Día 2)

0 Creado por el Sáb, 29 enero 2022, 14:46

THE PLAINS (Tiger Competition)

El director australiano David Easteal nos presenta en su primer largo documental una road-movie infinita. A lo largo de un año, graba el proceso de ir del trabajo a casa de Andrew (un paralegal de mediana edad), desde un mismo punto de vista en la trasera del coche. Un viaje que es interior en la vida de Andrew. El paso del tiempo, la monotonía de los momentos repetidos, iguales pero diferentes. Una película muy oportuna en el marco de la pandemia, que nos ha obligado a todos a ser conscientes del tiempo y de lo que hacemos con ese tiempo. A través de esos desplazamientos, rodados en tiempo real, a veces solo y otras llevando un compañero más joven que él, David, vamos aprendiendo sobre la vida de Andrew. Somos conscientes del paso del tiempo a través del reloj digital del coche, a través de las estaciones, del juego de luces, de los acontecimientos que se van narrando y también de los edificios y cambios en el exterior. Una película que contrasta ese dinamismo exterior, con la aparente quietud del interior. Poco a poco, vemos surgir una relación de amistad entre ellos, de creciente confianza y mediante las conversaciones (bien con David, o las que Andrew  mantiene por teléfono con su madre, en una residencia y su mujer) aprendemos de su presente, de su pasado, de la relación con las personas de su familia, de sus esperanzas y sus planes de futuro.

Easteal juega también con el contraste entre el campo y el fuera de campo. Una película que aborda los vínculos familiares, las fuerzas que las gobiernan, la historia y la memoria (la madre padece Alzheimer), la soledad y finalmente la muerte; y todo ello entremezclado con otras conversaciones menos trascendentales e incluso banales (la radio que funciona ocasionalmente, ofrece un contexto social a la individualidad de los protagonistas). Momentos repetidos, que se convierten en un patrón, que permite apreciar los pequeños cambios en esa aparente quietud, en esa cotidianidad, descubriendo pequeños ritmos, convirtiéndose en una suerte de tema con variaciones.

La película a la vez contrasta esa monotonía del interior del vehículo con imágenes grabadas en una zona de planicies (de ahí el título) junto a un lago, y donde Andrew y su mujer, Cherie, tienen una casa, en la que son verdaderamente felices. Pequeños vídeos caseros y otros a vista de dron que contrastan con el espacio confinado del vehículo, de la naturaleza y los vastos espacios abiertos, con la opresión del día a día. Un viaje que se inicia y se reinicia en diferentes momentos, donde el tiempo pasa a veces rápido y a veces lento, sin un aparente final, como atrapado en una especie de bucle, día de la marmota, o castigo de Sísifo. También contrasta el puro documental (lo que vemos tras la ventana del vehículo) con la ficción (aunque basado en su relación personal de ambos) de lo que ocurre en el interior y que en ocasiones se ve forzado, y redireccionando la conversación.

Desde un punto de vista cinematográfico la cámara es fija en el interior del vehículo, y la edición se produce mediante corte, impredecibles, pero en su mayoría naturales al mantener el mismo punto de vista en el interior del vehículo. Sin embargo sorprende en aquellas en las que el cambio se produce sobre las imágenes de vídeo casero, y especialmente en las que bruscamente transita a las imágenes a vista de dron. La edición mediante corte es visual y sonora, pero sin embargo mantiene diálogos y ambiente sonoro cuando corta sobre las imágenes de las planicies, vinculando ambos mundos, y que se acentúa cuando durante durante uno de los trayectos en coche David mira vídeos de la vida de Andrew en su tablet. Y es quizá uno de los grandes males del ser humano actual moderno: la continua insatisfacción. La espera a que pase el tiempo, a que llegue aquello que creemos bueno (vacaciones, fines de semana), o bien lamentando tiempos pasados, cosas no hechas (no visitar a la madre más a menudo, no tener hijos, haber dejado su trabajo en L.A), recordando mejores tiempos, sin disfrutar el aquí y ahora, el momento presente; sin ser consciente de que el tiempo (y con él la vida) se acaba, muere.

El tiempo y la memoria, la soledad, conforman una constante en toda la película, mientras avanzamos hacía el horizonte del hogar, por una larga carretera.

«At the end of the day, what ‘s the point? Life just becomes a grind of waking up, going to work, coming home. It’s like the hamster wheel«

EXCESS WILL SAVE US (Tiger Competition)

«Bang, bang, bang.«

La directora francesa Morgane Dziurla-Petit vuelve a su pueblo natal para introducirnos en un mundo de personajes con entidad propia, en esta ficción con tono documental o documental con tono de ficción, que continúa la historia creada en su corto homónimo y que forma el primero de los siete capítulos en los que está dividida. La directora no se limita a ampliar  y profundizar el corto creado, sino que avanza en el tiempo, añadiendo nuevas historias, para contarnos qué ha sido de los personajes que conocimos tras la presentación del corto.

En ellos se abordan temas de toda índole y pelaje: muerte, política, fantasmas, misterios, secretos,… todos ellos cosidos y vertebrados a través de la familia de la directora, y el resto del pueblo. Dziurla-Petit logra analizar las raras maneras en las que la realidad política, el alarmismo, se cuela en las vidas de estos campesinos, a través de las noticias, que provocan problemas inexistentes con los inmigrantes y terroristas, y del deseo de muchos de salir de allí y abrirse a nuevas experiencias, alejándose tanto, del caos familiar, como de las limitaciones ideológicas de la gente del lugar.

Una película que se mueve entre el costumbrismo y la fantasía (las palomas que desaparecen, la chica que va marcha atrás), lo divertido y lo bizarro, entre la ficción, a través de una comunidad municipal y espesa, que recuerdan a lo personajes de Bruno Doumont en ‘P’tit Quinquin’ o a los del TBO, entrañables en lo absurdo pero en el fondo xenófobos, machistas, racistas, interesados y mentirosos. Una película que se convierte en una crónica de sucesos.

Una pieza plenamente auto consciente, que sigue incluso la presentación del corto germinal al festival de Clermont-Ferrand, («el mejor festival de cortos del mundo») y que asume e incorpora narrativamente el confinamiento del COVID como forma de opresión (a través del encierro de la prima en casa). Una pieza que mantiene una cierta distancia, mediante el uso de planos fijos, en un producto híbrido de tragicómica realidad, y lo que comienza como la representación del intento de salir del pueblo, toma caminos impredecibles y absurdos.

«Villereau es el Hitchcock del norte de Francia«

ELES TRANSPORTAN A MORTE (Bright Future)

«Embarcó para salvar la vida«

Helena Girón y Samuel M. Delgado presentan su primer largo que tiene como centro de gravedad el primer viaje a América de Cristóbal Colón en 1492, pero dejando a un lado la épica, ponen el foco en personas anónimas (inventadas) que se ven afectadas por ese punto crucial en la Historia.

Un estudio visual sobre la muerte y el intento de evitarla. Dividida en dos momentos espaciales, vemos el intento de huir de tres hombres que condonan su pena de muerte viajando en la expedición de Cristóbal Colón, y el de una mujer en la península tratando de salvar a su hermana llevándola ante una bruja. Un díptico humano de perdedores que confluyen en un relato que rompe con las convenciones del mito. El ser humano insignificante ante los elementos e indefenso ante los hombres y la historia. La fuerte presencia de los elementos de la naturaleza, tanto visualmente: agua (dulce y salada), tierra (rocas y bosques), el fuego del volcán y el viento (que empuja las velas), como sonoramente. A lo que hay que añadir la presencia del burro.

Una propuesta minimalista que acentúa esa ruptura con lo establecido, con la idea del viaje heroico, a través de una estética y una forma que combina el realismo y lo documental, con lo poético y experimental. En ocasiones simbolista y naturalista, conjuga elementos de archivo y ficticios, antropológicos y míticos, jugando con diferentes tipos de lentes y formatos, con efectos visuales y luminosos (imagen granulada, rayones, 16mm). Continuas elipsis, y el uso de la voz en off para contarnos lo que no nos cuentan las imágenes. Una propuesta visual que recuerda a la de Albert Serra y Herzog, que dejan de lado el mito para adentrarse en lo cotidiano.

Una crítica política, social y económica, que cuestiona ética y estéticamente la representación oficial y mítica de ese momento histórico. Una película que está atravesada por el duelo y por la muerte, y por los cuerpos y las ideas que conforman el fuego «de ese magma incandescente que es la memoria colectiva».

«Guiando la muerte a otras tierras y les llamaron “el nuevo mundo”«

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