51 IFFR (2022): Crónica (Día 3)

0 Creado por el Dom, 30 enero 2022, 11:22

Comienza el fin de semana, y nos lanzamos a él como si no hubiera un mañana.

YAMABUKI (Tiger Competition)

«Los girasoles enfrentan el sol,  pero tú no tienes que hacerlo.«

El tercer largometraje del director japonés Yamasaki Juichiro, plantea una especie de «vidas cruzadas» en Maniwa, una zona rural de Japón, movida por esa parte de la vida que no depende de nosotros: la casualidad o el destino.

Una mirada a la influencia del pasado y a las consecuencias de nuestros actos, hilados por Yamabuki, que da nombre al título, y que funciona como flor, como sinónimo de dinero y como el nombre de una de las protagonistas. Usando un formato cuadrado, que muestra esa opresión interior de los personajes, y una textura granulosa de 16mm, que transmite esa falta de nitidez que es la vida, transitamos por personajes, situaciones y acciones que poco a poco se van uniendo y conectando, creando un tapiz mucho más amplio de vidas conectadas.

Una mirada al pasado, a la inmigración y la pérdida, al abandono y la pertenencia, a las relaciones paternofiliales y humanas, y los valores y los sueños. Un drama sencillo, tanto en lo narrativo como en lo formal, intimista pero naive, con algún toque de comedia y algún elemento de lo impredecible de nuestras vidas. Quizá demasiado subrayada a nivel de guión, destaca el uso de algunas elipsis e imágenes visuales, como el reflejo en el ojo de un caballo o el plano de la hija que anula la imagen del padre hablando, pero que no son suficientes para salvar el conjunto. Narrada con movimientos fluidos de acercamiento, y algún corte de imagen que potencia el plano contraplano, busca en la tranquilidad y los silencios, mostrar una forma de grito interior de los personajes por la conexión, por el sentido en sus vidas solitarias. Una película sobre heridas abiertas, que no han cicatrizado, sobre la búsqueda de un camino,  de un cambio en su mundo (ya sea individual, familiar o social ya sea por amor o por egoísmo), estando dispuesto a morir por esos ideales o bien huir de ellos y caer en una vida de apatía y aturdimiento. Una película de personajes que buscan una conexión, en un complejo y moderno Japón actual.

«You’re stuck with your decisions.«

MET MES (Tiger Competition)

«Everyone’s damage«

«Met mes», que da título a la película, significa «con cuchillo». Estas palabras, en apariencia triviales, son las que pueden cambiar la vida de un joven, convirtiendo un delito menor en uno grave. Dos personajes Eveline (Hadewych Minis), antigua presentadora de televisión que quiere ser valorada y moverse al documental social y Yousef (Shahine El-Hamus), un joven estudiante de familia inmigrante, unidos por brackets dentales, por una imagen que les persigue y de la que tratan de huir, y por una mentira que iniciará una reacción en cadena de consecuencias impredecibles.

El director holandés Sam de Jong, en su tercera película, apuesta por una puesta en escena minimalista y geométrica, kitsch e hipersaturada en el color, lo que genera un ambiente por un lado atemporal e incluso actual pero por otro muy reconocible y ochentero.  Así lo indica la estética de gomina, sombras de ojo brillantes y los móviles utilizados, junto con ordenadores y tablets. Apoyada en el uso de cámara fija, potenciando el movimiento interno de plano, y acompañada con largos zooms y panorámicas más o menos rápidas, ubican la propuesta visual en los orígenes del home vídeo y la videocámaras, lo que estará en el origen del conflicto. 

El hecho de que lo que inicie el movimiento sea la necesidad de unas gafas de sol, para ser igual que sus amigos y no un paria sometido a abusos, y de paso evitar el entrecejo paterno, es lo de menos. Lo de más es la intencionada artificialidad de la propuesta formal, los intentos de sorprender con saludos extraños, con arbustos que son portales espaciales, y que se interpone con el mensaje y el fondo. Una sátira sobre la telerrealidad y los docu-crímenes sociales, sobre la presión social y la necesidad de pertenencia, los prejuicios y las mentiras y sobre la hipocresía. Y para ello, usa las mismas etiquetas y estereotipos (sobre policías, jueces, niños ricos y sociedad en general) que denuncia. 

Visualmente tiene algunos momentos de brillantez, que se acentúa con la fotografía efervescente y una banda de sonido que utiliza elementos robóticos y de videojuegos. La proyección de la imagen de diapositiva del chico sobre ella en la rueda de reconocimiento, que les conectan (‘Persona‘ de Bergman); la justicia que dicta sentencia sobre un acusado, no ya con los ojos vendados, sino sin que se les vea el rostro a ninguno; o la imagen mitad hombre mitad cámara («Half human half machine») al estilo cine-ojo. Nos habla del poder de la cámara (‘Benny ‘s Video’, de Haneke): una cámara es un arma criminal («A camera is a murder weapon»). Una propuesta excesiva y ácida (en forma y fondo) sobre la vanidad y las consecuencias de ser el centro de atención, y la estigmatización y la hipocresía, todo teñido, como el pelo de sus personajes, de ironía y humor absurdo.

«I am working towards a climax.«

QUIÉN LO IMPIDE (Harbour)

«Si tienes quince años y pretendes escapar con eso basta y sobra para hacerlo«

Jonás Trueba pone en imágenes y sonidos, lo que podría ser un capítulo del libro del 101 de la adolescencia y la juventud, de un grupo de chicos y chicas a los largo de 4 años, pandemia incluida. Una mirada natural a su día a día, a su transitar por la vida, contada a través de sus palabras y vista únicamente a través de sus ojos, de sus recuerdos, de sus ficciones y sus experiencias. La narrativa avanza, con ecos del cine documental, desdibujando de manera expresa y tácita los límites del cine, construyendo una película eminentemente orgánica que se mueve en el tiempo, habitando los espacios, incluyendo los intermedios en tiempo real. Una primera parte más autoconsciente, la segunda más ficción, para volver a lo cotidiano. Una película que se cuestiona a sí misma, y que se mueve entre las capas y formas narrativas, entre la interpretación y lo natural, entre el guión y la espontaneidad, con jóvenes que son a la vez protagonistas y actores.  La película transmite confianza, naturalidad y verosimilitud, mediante momentos compartidos, capturando la vida en movimiento, a través de artificios diferentes, de formatos y texturas distintas, en una película coral, con elementos de ensayo y documental, con el uso de voz en off que aporta información a lo que vemos (no siempre coincidente),… en el que aparecen preguntas, o se sugiere, se reflexiona o se intuye.

Pero lo de menos es la forma, y el todo es el fondo. El relato generacional de un país, en un momento concreto, pero que a la vez es universal. Poniendo en valor la cotidianeidad frente a lo insólito, la belleza de lo pequeño, de lo cercano, de manera poética y urbana. Todos hemos vivido lo que refleja la película, y no podemos sino sentirnos representados, cómplices y partícipes, porque apela a ese momento de incertidumbre de la vida, de inseguridades, de desesperación, compartido con amigos y compañeros. Un momento de incomprensión, de valores compartidos, de expectativas e inconformismo, de incomprensión y sueños, de todo aquello que nos hace jóvenes. Todas las posibilidades en tu mano, todo por soñar y todo por vivir. El título «quién lo impide» (homenaje a una canción de Rafa Berrio, al que se le dedica la película) comprime y a la vez expone todas esas posibilidades que están en la mano de la juventud. Una película existencialista, construida a través de ideas y experiencias, que se superponen y se conectan.

Es destacable el trabajo reciente del cine español, que apuesta por el cine, por las películas que son películas, sin etiquetas (documental o ficción, cortos o largos), que como ‘My mexican Bretzel’ (Nuria Giménez Lorang, 2019) o ‘El año del descubrimiento’ (Luis López Carrasco, 2020) o ‘Sedimentos’ (Adrián Silvestre, 2021), buscan y utilizan todos los recursos y mecanismos audiovisuales para contar historias, para contar la vida que pasa.

Quizá se vea como una llamada desde nuestro pasado, para animarnos a seguir soñando, a seguir construyendo, a continuar haciendo cosas, porque al final «¿quién lo impide?… Nadie lo impide».

«Lo único que hace falta es soñar«

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