FICHA TÉCNICA
País: Estados Unidos
Dirección: Sam Blitz Bazawule
Guión: Marcus Gardley. Novela: Alice Walker. Musical: Marsha Norman
Fotografía: Dan Laustsen
Reparto: Fantasia Barrino, Taraji P. Henson, Danielle Brooks, Colman Domingo, Corey Hawkins, Halle Bailey, Phylicia Pearl Mpasi, Ciara, H.E.R., David Alan Grier, Deon Cole, Jon Batiste, Louis Gossett Jr., Tamela J. Mann, Aunjanue Ellis, Elizabeth Marvel, Stephen Hill, Adetinpo Thomas, Tiffany Elle Burgess, Terrence J. Smith, Aba Arthur, Jeffrey Marcus, Jamaal Avery Jr., Ailani Flowers, Emana Rachelle, Charles Green, Brad Raymond
Género: Musical
Año: 2023
Duración: 141′
SINOPSIS
En 1909, Celie, una chica negra americana, es entregada en matrimonio por su maltratador padre a un granjero local, Albert, que la trata con crueldad. Celie es temerosa de Dios y la liberación llega en forma de cantante de jazz que la lleva a otra ciudad lejos de su miseria. Adaptación de la novela de Alice Walker sobre las luchas de toda la vida de una mujer afroamericana a principios del siglo XX.
TRAILER
NUESTRA OPINIÓN
«I’ll let you have Celie though, for a cow and a couple of eggs. She ugly as homemade sin, but will work hard like a man.»
Adaptación de la novela homónima de Alice Walker publicada en 1982 (ganadora del premio Pulitzer), que fue llevada al cine por Steven Spielberg en 1985, y que en 2005 tuvo su estrenó en Broadway, y se reestrenó en 2015 (ganadora de varios premios Tony). La propuesta del director y músico Blitz Bazawule (‘The Burial of Kojo’, 2015, y colaborador en el álbum musical de Beyoncé, ‘Black is King’, 2020) se sustenta en el musical, pero se apoya en elementos de la película de Spielberg, a la vez que desarrolla algunos aspectos del libro, tratando de distanciarse de lo ya hecho, y de imprimir su sello personal.
Siendo la misma historia, el viaje personal en busca de su voz e identidad durante cuarenta años de Celie, una joven negra, a principios del siglo XX en la Georgia rural; tras una vida llena de abusos, violencia, sufrimiento, machismo y racismo. La propuesta del director senegalés, y el dramaturgo Marcus Gardley, busca actualizar esa historia y se articula desde una mirada más feminista y espiritual, aportando una nueva personalidad narrativa y estética, de la que surge una película más amable, más luminosa, más esperanzadora.
La película es un musical, aunque la combina con una narración convencional, y por tanto la música y las canciones sirven para hacer avanzar la historia. Sin embargo, a pesar de la libertad que permite el medio cinematográfico, en cierta manera, toda la película queda encorsetada con una estética formal demasiado teatral, con una cierta tendencia a la frontalidad, que recuerda más al teatro musical grabado para home video, que a un musical clásico cinematográfico. Esa mirada continua al espectador, que tiene de positivo el compromiso y vinculación con el espectador, hace que el drama quede difuminado, lo que unido a las difíciles transiciones entre escenas musicales y dialogadas, termina por edulcorar la trama.
Sin embargo, a pesar de esa frontalidad en el desarrollo de los números musicales, la puesta en escena es vibrante y colorida, desplegando un enorme dinamismo, con la cámara sobrevolando los bailes, con picados, y con el uso de la cámara lenta, que parece querer congelar los momentos de felicidad. Y es que los número musicales se pretenden como huida del abuso y el trauma, la imaginación de Celie y una marcada espiritualidad, expresada con los planos aéreos que parecen observar desde arriba, especialmente en los primeros números musicales, cuando la inocencia está todavía intacta y que se repiten al final alrededor del árbol (al que se subían de pequeña y que sirve de centro de reunión).
La película se apoya en un magnífico elenco de actrices entregadas, bailando y cantando (algunas formaron parte del musical en Broadway). Cuatro mujeres (y el pequeño cameo de Whoopi Goldberg, intérprete de Celie en la versión del 1985) sobre las que se cimenta la historia, de idas y venidas, de encuentros y distancias, de lloros y sonrisas. Cuatro mujeres, y cuatro formas de ser y estar de la mujer afroamericana en la memoria colectiva cultural afroamericana, cuatro maneras de afrontar su vida en un mundo heteropatriarcal, machista y violento: la abnegada espiritualidad, representada por Celie (Fantasia Barrino); la que huye y se protege en sus orígenes africanos, representada por su hermana Nettie (Ciara); las que enfrentan la violencia con violencia, defendiéndose, en la «nuera» Sofía (Daniella Brooks); o la que deslumbra con el éxito y la sensualidad, representa por la cantante Shug Avery (Taraji P. Henson). Y enfrente, la tradición de los hombres, el padre de Celie (Deon Cole), Mr. Albert, el marido (Colman Domingo) y Harpo, el «hijastro» (Corey Hawkins); y el patriarca Ol’Mr (Louis Gossett Jr.), parece dejar ver una cierta evolución, la superación de que la violencia física y sexual, el abuso y el ejercicio de la propiedad, sea la forma de relacionarse con las mujeres. En el fondo pareciera que esos comportamientos vienen a reproducir el sometimiento del mundo blanco, de amo-esclavo y dominación, hacia dentro de su propia comunidad.
El otro elemento fundamental, como no podía ser de otra forma al ser un musical, son las canciones, algunas recogidas de la película de Spielberg, la mayoría del musical y algunas de nueva creación. Canciones que subrayan y acentúan el discurso cultural y político, y que combina el clasicismo musical del gospel, el blues y el jazz, con composiciones más modernas de soul y el R&B, y algunas más contemporáneas, en un catálogo de ritmos y géneros de la cultura afroamericana en el último siglo.
La película suena muy bien en general, y se complementa en las enérgicas coreografías de Fátima Robinson, el deslumbrante vestuario de Francine Jamison-Tanchuck (especialmente el vestido rojo de Shug para el magnífico número ‘Push Da Button’; y la divertida colección de pantalones de la tienda de Celie); el diseño de producción de Paul Denhan Austerberry, dotando de un cierto realismo mágico a los escenarios naturales (si bien podemos estar de acuerdo que la escena del gramófono no funciona). La brillante y luminosa cinematografía de Dan Lausten, combinando las luces y colores de esas canciones positivas, empoderadoras, de la imaginación, con la oscuridad de las escenas más dramáticas.
La película funciona mejor en su individualidad, que por comparación. Involuntariamente, la musicalización y las formas utilizadas, derivan en una película descafeinada en el drama, pero con un mensaje actualizado, en busca de nuevos públicos, más feminista y menos racista. Una película de autodescubrimiento, superación, resistencia, perdón y esperanza, a través de la fe y la espiritualidad. Imposible no emocionarse en la comunión, alrededor del árbol de la vida, arropados con el quilt de patchwork, piezas y patrones diferentes, que conforman una unidad.
Si lo que pretendían es superar el drama, a través de la música y de los bailes, llenos de colores y brillos, ¡enhorabuena!.
«I may be black. I may be poor. I may even be ugly. But I’m here!»
MÁS INFORMACIÓN
Web oficial: https://www.thecolorpurplefilm.net/
IMDb: http://www.imdb.com/title/tt1200263/
FilmAffinity: http://www.filmaffinity.com/es/film100469.html