FICHA TÉCNICA
País: Reino Unido
Dirección: Andrew Haigh
Guión: Andrew Haigh. Novela: Taichi Yamada
Fotografía: Jamie Ramsay
Reparto: Andrew Scott, Paul Mescal, Claire Foy, Jamie Bell, Carolina Van Wyhe, Christian Di Sciullo, Guy Robbins, Gsus Lopez, Oliver Franks, Jack Cronin, Jack Pallister, Carter John Grout, Ami Tredrea
Género: Fantástico
Año: 2023
Duración: 105′
SINOPSIS
Una noche, en su torre casi vacía del Londres actual, Adam tiene un encuentro casual con un misterioso vecino, Harry, que pone patas arriba el ritmo de su vida cotidiana. A medida que va surgiendo una relación entre ellos, a Adam le preocupan los recuerdos del pasado y regresa a su ciudad natal y al hogar de su infancia donde sus padres parecen estar vivos, tal y como lo estaban el día de su muerte, 30 años antes.
TRAILER
NUESTRA OPINIÓN
«Yeah. But I’d always felt lonely, even before. This was a new feeling. Like a terror, that I’d always be alone now. And then, as I got older, that feeling just solidified. Just a knot here all the time. And then losing them, it just got tangled up with all the other stuff, about being gay, and just feeling like the future doesn’t matter»
Andrew Haigh se ha convertido en un experto en retratar, de manera sutil, mundos incómodos al margen de las normas y de las estructuras preestablecidas, o bien aislados y desubicados dentro de las mismas (‘Weekend’, 2011; ‘Looking’; ‘45 Years‘, 2015). En este caso adapta libremente la novela de Taichi Yamada ‘Strangers’.
El director británico construye un puzle de emociones, a través de la historia de Adam (Andrew Scott), un escritor que habita en un edificio aislado, elevado, desde el que se ve el skyline de Londres. Un edificio que funciona como expresión del aislamiento emocional y físico del protagonista, que habita en una atalaya de plata, en una jaula de cristal. Un edificio que habla de soledad y aislamiento.
Ante la falta de creatividad y el vacío de la página en blanco, comienza a pensar en su vida, y a través de ella inicia un proceso de catarsis. Se inicia un diálogo entre dos historias, del pasado y del presente, jugando con el tiempo y el espacio, con lo real y lo fantasmal. Por un lado, tras una alarma de desalojo del edificio (estupenda como metáfora de una llamada de atención, de despertar), con Harry (Paul Mescal), un atractivo y misterioso vecino de su edificio. Por otro, a través de un viaje a la casa de su infancia, misteriosamente encuentra a sus padres (estupendos Jamie Bell y Claire Foy) con la edad en la que habían fallecido en un accidente de tráfico cuando él tenía 12 años.
Entre las idas y venidas en tren, viajes reales e imaginados, comienza un diálogo honesto con sus padres, con los que convive en momentos cotidianos, compartiendo su infancia y las dificultades que tuvo por ser gay, el acoso y el miedo, la sensación de soledad y de ausencia. Unos padres que tratan de comprender, anclados en la mentalidad del pasado, finales de los ochenta cuando el SIDA hacía estragos, entendiendo que han hecho lo que creían mejor para su hijo. Una suerte de psicoanálisis, de trauma proyectado, de redención por medio de la palabra y el contacto. Por otro lado, nos muestra la creciente intimidad en su relación con Harry, que tiene plenamente aceptada su condición de gay, que vive y se muestra como tal, frente a la sorpresa de Adam, más tímido y prevenido. Haigh confronta esos dos niveles emocionales, que se mezclan e interaccionan, en un ir y venir del que se nutren mutuamente, en un proceso de crecimiento y de aceptación personal. Desde los momentos cotidianos con sus padres, a la sensualidad y el erotismo de cuerpos y corazones que se encuentran, en un proceso de descubrimiento físico y emocional de liberación.
La película se apoya en un sólido guion, del propio director británico; interpretaciones creíbles, entregadas y contenidas de todo el elenco, en la que sobresale la sensible, descarnada y llena de matices de un emotivo Andrew Scott, en el retrato de ese viaje de autoafirmación y aceptación personal. Todo ello enmarcado en una fotografía (Jamie D. Ramsay) que se mueve entre el realismo y lo sobrenatural, configurando ese espacio liminal que expresa en una paleta rojo azulada, que sirve para retratar tanto la calidez de los encuentros con su padres, como los momentos de intimidad con Harry. El juego de espejos, de los reflejos (a veces distorsionados), las puertas entreabiertas y los grandes ventanales, que reencuadran a los protagonistas. Haigh combina con notable equilibrio, realidad y fantasía, en una película sobre fantasmas, onírica y emotiva, a veces febril, atravesada por la idea del amor, del poder (sanador) del amor (‘The power of love’, Frankie Goes to Hollywood). Y es que la música es parte central de los principales acontecimientos narrativos, anclaje emocional y también temporal de la película. Junto con la mencionada, podemos oír ‘Always on My Mind’ (en la versión de Pet Shop Boys) que Adam canta a tres voces junto con sus padres, junto a otras de Erasure y The Housemartins, entre otros; a lo que se añade la partitura etérea y melancólica de Emilie Levienaise-Farrouch.
Una película preciosista y romántica, emotiva y comprometida, que se construye mediante la superposición de texturas, eminentemente sensorial y puramente emocional. Una película sobre el trauma, el duelo, la identidad y la soledad; pero fundamentalmente sobre el Amor, con mayúsculas. El amor en las relaciones familiares, y entre desconocidos, ya sean afectivas o sexuales, un canto metafísico al amor, a la aceptación, a tomar decisiones, al diálogo y al encuentro; y una película sobre el rechazo del miedo.
Un final poético y emotivo, expresado por un magnífico movimiento de cámara de ida y vuelta, que apela directamente al espectador, llamándole a la acción.
«I know I was never good at saying it-I couldn’t get the words out. But I do love you, very much. Somehow even more now that I know you»
MÁS INFORMACIÓN
Web oficial: –
IMDb: http://www.imdb.com/title/tt21192142/
FilmAffinity: http://www.filmaffinity.com/es/film695356.html