Una puesta en escena muy teatral, de telenovela. Una estética clásica, para una película actual, que muestra el choque de dos mundos, con sus propios códigos. Uno de clase media-alta, frío azulado, distante, escondido tras vallas y vigilantes, espejos de apariencia, que habita en una especie de burbuja en el tiempo, conservadas en naftalina. El otro, de clase obrera, más luminoso, más directo, abierto, más esperanzado...