Florence Foster Jenkins, adinerada heredera de la alta sociedad neoyorquina, mecenas y bautizada como "la peor soprano de todos los tiempos", era, por encima de todo, una gran amante de la música. Afectada por una enfermedad que le impidió ser concertista y profesora de piano, y casada en segundas nupcias con St. Clair Bayfield, un aristocrático actor inglés, dedicado a ser su agente y a protegerla, no desistió de su sueño de ser relevante en el mundo del "bel canto"...
